martes, 16 de diciembre de 2008

de vuelta a casa


La oscuridad inunda los prados en esta noche sin reyna, ni princesas que destellan. La única luz es la de mi compartimento. Pero no es suficiente Luz, no es la luz que necesito.


Es entonces cuando veo una gota de lluvía deslizarse suavemente por el cristal, me recuerda a una frágil lágrima. Lágrima que siento en mi interior, como un fantasma que sientes pero no ves, casi la siento recorrer mi cara. Estoy tan sola que ni si quiera las lágrimas me acompañan.


Mis lábios, sellados, agrietados por el frio y tensados por el dolor. Mis ojos, mi mirada, el reflejo del alma... ausentes y mudos, en ocasiones inundados por un mar de recuerdos e incluso de recuerdos que nunca pasaron. Mi nariz y mis mejillas, rojas y heladas por el frio. Así como toda yo.


Y es que ultimamente el frio me ha calado hasta los huesos. Tan solo me deslizo de un lado a otro, con miradas inexpresivas y sonrisas vacias.


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