viernes, 20 de febrero de 2009

...perdon...

Nunca olvidaré aquella mirada. Penetrante. Una mezcla de ira y dolor. Me sentía hundida protegiendome de aquel frio de invierno, mirandole a los ojos. Solo podía decirle que lo sentía, que lo sentía con toda mi alma, que había cometido la mayor equivocación de mi vida y que haría lo que fuera por no perderle. Pero me temía que nuestro paseo hubiese terminado. Él dio dos pasos más, y le seguí precipitadamente.
- Dejame.- susurró
- No puedo...yo...
- Me has decepcionado.- Cada palabra que él pronunciaba se clavaba en mi como un puñal. Me hundí, me hundí en un mar de pensamientos y fuertes sentimientos de una dolorosa culpabilidad.
- Lo más importante es que a quien quiero es a ti.- Le confesé.
- Ya, lo has demostrado.- dijo ironicamente. Las lágrimas brotaban de mis ojos sin cesar. Comencé a temblar no por el frio sino por el dolor. Dió dos pasos más y se giró a un metro escaso de mi.
- Te quiero.- le dije en tono de súplica.
- Lo jodido es que yo también a ti. Pero... no puedo perdonarte esto.
- Si, si puedes. Hazlo por favor.- rogué.
- No. Ni a ti, ni a él.-Desvió la mirada como si pensar en aquello le partiera el alma.
- No...- lamenté.- En todo caso, la culpa es mia, él no... no la pagues con él.
- La mayor parte de la culpa es tuya.- aclaró.- Pero él es mi mejor amigo, y creo que ni el peor de los amigos haría esto... la ecuación falla pequeña.- Su voz se tornó dulce en las últimas palabras. Extendió su brazo y acercandose a mi enredo sus dedos en un mechón de mi pelo. No me moví, cerré los ojos y me concentré en no cagarla.- Voy a echar de menos este tacto...- se lo acercó a la nariz.- este olor... - se acerco a mis labios, pero tan solo los rozó con la llema de sus dedos.- este sabor.
- No tienes por qué.- contesté en un susurro. El derroche de lágrimas no había cesado pero si disminuido considerablemente.- No lo hagas.
- Aunque quiera, no puedo.- contestó.
- No te alejes. No me dejes...- supliqué. Posó lentamente su dedo indice sobre mis labios pidiendome silencio. Abrí los ojos y le miré directamente, ellos hablarían por mi.
- No puedo, aunque quiera.
- ¿No puedes perdonarme?.- pregunté. Él apartó su mirada de mi.- ¿O no puedes irte?.- Agarré sus manos entre las mias.
- No se. Quiero perdonarte... Pero el simple hecho de mirarte me parte el corazón, no veo la misma persona. Me gustaría poder irme, pero el simple hecho de alejarme de ti me mata.

Cuanto daño había hecho a la persona a la que más amaba en el mundo. Cuanto dolor podiamos acumular. Era inexplicable. Su mejor amigo y yo... Le habiamos traicionado de una forma cruel y ruin.

- Has tenido el valor de contarmelo.- Dijo mirandome de nuevo con una ligera sonrisa acariciando mi cara.- Pero no eres la misma persona para mi, no se... puede que necesite tiempo... o espacio... o que nada vuelva a ser como antes.- aquella sonrisa desapareció.
- Cierra los ojos.- dije, él me obedeció.- Todo será como antes.- susurré en su oido. Nada cambiará, yo seré la misma.- Su mano se deslizo hasta mi cuello y mis labios se posaron sobre los suyos.- Nunca podre dejar de quererte y desearte. No puedo ser yo sin ti.- Mis labios hablaban rozando los suyos. su mano bajo hasta mi cintura y me acercó hasta él.
- No puedo alejarme...- dijo.

Desde aquel día todo fue diferente, obviamente, todo fue mejor.